Finales de grandes verdades, marcan cierres reales...

10.09.2024

Me casé tras trece años de relación y hoy confirmo el final de una etapa dolorosa que se extendió a lo largo de dieciocho años y ratificaré un día trece del calendario. Fue un viacrucis interminable, un relicario de un calvario expuesto públicamente sin distinción. En los momentos de soledad, la falsedad se revela con una crueldad despiadada: lamentos de plañideras desapegadas, cobardes sin estandarte, mercenarios en escenarios, todos bajo el mismo parpadeo de hipocresía. Me aferré al dolor de tal manera que olvidé mi propio honor, permitiendo que la oscuridad del sufrimiento eclipsara mi esencia.

Ahora, en el vasto silencio de mi interior, ya no hay espacio para el tormento; el congojo y el lamento se han desvanecido como ecos lejanos. Solo reside la esperanza, la fuerza y el coraje, elementos puros que me impulsan a recorrer un sendero despojado de ataduras y artificios. Descalza y sin rumbo, avanzo con la soledad como mi única compañera, abrazando la desnudez de mi alma y enfrentando el abismo con una determinación renovada. Comprendí lo afortunada que había sido cuando las voces en mi cabeza comenzaron a jugarme malas pasadas. La incertidumbre se convirtió en un campo de batalla, y los aliados que contaba con ambas manos se redujeron a la mitad. En esos momentos, la vida se paralizaba y todo parecía transcurrir a cámara lenta, mientras el agua me subía al cuello, envolviéndome en una sensación abrumadora de desesperanza.

Traidores que renegaron, a menudo aquellos que estaban más cerca, enemigos en casa. Dejaron tras de sí un rastro de silencios helados, donde la ley del hielo se ejerce con una crueldad despiadada. Este método, disfrazado de indiferencia y ausencia de emociones, pretende eludir responsabilidades en una relación, cuando en realidad se convierte en una tortura sutil. Es el vacío absoluto, un desprecio transformado en un arma arrojadiza, reflejando la ausencia total de sentimientos hacia esa persona y su padecimiento.

Dos polos opuestos, dos estacadas mortales cuya toxicidad y crueldad solo provocan en mí el más profundo rechazo. Su ego desmedido se despliega en un macabro ballet de máscaras entre vampiros emocionales y psicópatas. Estos individuos, encerrados en prisiones mentales, aparentan una calma engañosa mientras se presentan como seres sociales, ocultando bajo una fachada de normalidad su verdadera naturaleza venenosa y despiadada. Como serpientes en la hierba alta, supieron deslizarse entre mis defensas, inyectando su veneno con la astucia de quienes conocen bien el arte de la traición.

Después de todo, nada cambiaría; no retrocedería en nada, a pesar de las lágrimas derramadas y el desconsuelo que me dejó casi muerta en el suelo. Me dejé caer, me dejé perder, y en ese abismo de desesperación encontré el impulso necesario para renacer.

Eso sí, decidí que jamás me callaría, jamás me olvidaría, jamás me autoengañaría ni eludiría la realidad. No taparé mentiras, no fingiré ni negaré el dolor que me consume desde el interior. La verdad, por más ardiente que sea, no será sofocada ni ignorada; enfrentaré cada herida y cada emoción con total honestidad.

Impasible fue la brutalidad de la contienda, y donde hubo oscuridad, ahora solo queda la ferviente necesidad de seguir apretando los dientes con fuerza. Empujar desde la rabia que fluye por mis venas, sometiendo al juicio de mis pensamientos a la satisfacción de mi entereza. Mi existencia se basa en mi esencia, en mi única y verdadera resiliencia, en mi poderosa e indomable naturaleza.

No necesito validación, contemplación ni adulación. No requiero una gran legión a mi lado; me tengo a mí misma, a mis decisiones y elecciones. Tengo la libertad de actuar según mis convicciones, perseguir metas y no personas, y de mantener intacto el fuego de mis emociones, lejos de las opciones impostadas por el convencionalismo de aspiraciones, expectativas o conformismo materialista, insulso y superficial. No necesito competir ni demostrar nada, ni siquiera amar para ser amado o valorado. No necesito nada fuera de mí, porque lo que llevo conmigo me acompañará de por vida: mi persona referida, elegida y preferida...yo misma, mis manos, mi trabajo y esfuerzo, del que tiro a diario y engullo con sumo orgullo.

Del caos surgió el orden y la criba, el coladero de impurezas, el fuelle que aviva la hoguera un adiós nunca antes pronunciado...Frente a lo inesperado, ante la paradoja de su historia, frente a la incursión de su memoria... Finalmente, empezó a ser ella misma.


Salut ! " He sido un hombre afortunado, en la vida nada me fue fácil" S.Freud LA-(ᚢ) ᛏ ᛟ