"Amor en Tiempos de Sinceridad: La Dualidad de Luz y Oscuridad"

01.11.2024

Son tiempos de calma silenciosa, de una paz que se siente extraña, como si viniera tras el eco de antiguas batallas. Ya no hay tributos ni imposiciones del viejo señor feudal; el territorio, vacío y desolado, ha quedado libre de restricciones. Los muros que lo cercaban cayeron, dejando expuesta una tierra marchita que, tras el abandono, intenta renacer, como si quisiera recordar cómo es brotar y dar fruto.

Las piezas, fuera del tablero, vagan sin rumbo, sin el peso de jerarquías, moviéndose con una libertad que parece un despojo. Sin embargo, en las sombras, la culpa persiste: un "dementor" sigiloso y paciente, una figura sombría anidada en lo profundo del subconsciente, alimentada por la duda. La esperanza de cambio se aferra a un hilo, buscando el autocontrol y la fortaleza de un nuevo camino. La sublevación fue fácil; el verdadero desafío está en sostenerla, en no sucumbir al pasado que, silencioso y oscuro, aún acecha. Noviembre, dulce noviembre, ¿Quién diría que en un año mueren días y en días se desvanecen horas?

Hacia dónde ir ya no importa, el camino dejó de ser la meta; andar ya no fue la preocupación. El verdadero símbolo de resistencia fue no dejar caer el candelabro en mitad de la noche y atreverse a adentrarse en la oscuridad, buscando esos pequeños reflejos de luz que sostienen la esperanza. En el movimiento de la continuidad, más allá del arrodillamiento y la rendición, persiste la fuerza de quien no abandona.

Si miro atrás, el escenario ha cambiado por completo. El mismo decorado persiste, pero los protagonistas han dado paso a nuevos personajes. Aquellos que antes ocupaban el centro de la escena se han desvanecido, han dejado de ser relevantes en la historia, borrándose poco a poco, dejando de contar... dejando de ser. Siento nostalgia al enclavar la mirada en el pasado, en esos recuerdos capturados y fotografiados, aferrados a la memoria como un soporte que la sostiene y la aviva en momentos de necesidad urgente. Es entonces cuando surge la tarea de seleccionar qué recordar y qué dejar atrás, evitando así convertirnos en el eco de errores ya cometidos. La vida se convirtió en un tránsito constante, un ciclo de abrazar lo nuevo, despedir lo que se va y volver a iniciar el contador. Programados para continuar sin cuestionar, sin reivindicar... solo aceptando que nada puede realmente ser controlado. Pero un alma inquieta, producto de la rebeldía y del inconformismo, encuentra en la disciplina del autoconocimiento su verdadera fortaleza: el sostén que mantiene su espíritu libre, el arma de duelo y consuelo, la herramienta vital que le permite persistir. 

Justifiqué actos en los demás, adueñándome de sus consecuencias para evitar que el impacto recayera sobre ellos. Sin embargo, no calibré la profunda marca que ese sacrificio dejaría en mí, el peso de no gritar clamando justicia y equidad.  

Algo perdida en el rumbo de mis decisiones y en los resultados de mis elecciones, sigo probando las teclas, atenta al sonido y su melodía. A pesar de la incertidumbre, anhelo bailar, y me contento con cualquiera que se atreva a tomar mi mano, que no le importe acompañar a una loca en esa travesía. Que se deje llevar por el momento y disfrute de su esencia pura, sin motivos ocultos ni intereses disimulados. Que su único deseo sea estar a mi lado, participar en mi locura, fluir al son de la música, mientras dejamos el estruendo de los tambores de guerra atrás, en el murmullo de un pasado que ya no nos define. 

Rechacé el amor fácil, rehusé la comodidad y la seguridad que brinda la paz de la estabilidad cotidiana, esa repetición en bucle que deja poco espacio para nuevos impulsos. Corrí en dirección opuesta, abrazando el caos y lo genuino del principio, esos comienzos donde todo es dopamina, sentimiento y un torrente de emociones inconexas. En ese mar de química, instinto y deseo entrelazados, recordé y añoré sentir la sangre corriendo por mis venas, la adrenalina y la ansiedad que trae lo arriesgado, la emoción de vivir al margen de las normas y de lo convencionalmente aceptado. Me opongo a una mayoría cuyos ojos son verdugos y cuyas palabras dictan sentencias y veredictos, cargados de prejuicios. 

Perdí personas que consideraba valiosas y fundamentales en mi vida, y ahora comprendo que para ellas mi valor tenía un significado distinto, que su realidad distaba años luz de la mía. Un autoengaño forjado de expectativas y falsas creencias, que durante años se habían instalado y arraigado en mi mente. Fue el momento de tomar la escarpa, esculpir y pulir mi esencia, comenzando un proceso de afinar matices y detalles; el mismo material, pero con un resultado completamente diferente.

Seguiré sin buscar, abierta al proceso. Mi mayor convicción, desde que era niña, es que el amor puro existe; solo hay que estar dispuestos a reconocerlo. Y cuando lo ves, no hay que ser tan necio como para dejarlo escapar por miedo a perder. ¿Qué importa perder, si de la vida nadie se escapa? ¿Qué podría ser más importante que el amor? La superficialidad de una estabilidad basada en la materialidad… no, gracias. Prefiero ser pobre y despertarme cada mañana con ilusión, plena de vida, teniendo a alguien a quien mirar; sin necesidad de palabras, mis ojos son la respuesta y el reflejo de mi alma. No necesité tenerlos claros para encerrar la inmensa profundidad que en ellos descansa...

Antes que madre, fui mujer, y antes que eso, una niña que solo anhelaba volar, desplegar sus alas en toda su majestuosidad. Esa niña, con su curiosidad y sueños, aún vive en mí. A pesar de que el mundo y sus habitantes conviertan la vida en páramos hostiles y poco fértiles, el amor por mis hijos brilla intensamente, guiado por su virtud inocente y esa dulzura incandescente que transforma todo a su alrededor.

Amor por lo bello, amor eternamente inmortal, un tesoro que se vuelve perecedero en manos de quienes no saben cuidarlo. Este amor se extiende hacia lo universal, a la belleza de lo natural y al arte de la vida en sus obras.

Mis niños, todo va y viene; antes que la hipocresía, elijo la fantasía, porque la vida es sueño y los sueños no son solo sueños; son posibilidades que, si se trabajan, se logran. Solo puedo decir que mis circunstancias no me definen, mis experiencias no me restringen, y mis miedos ya no paralizan. Son el combustible de mi insaciable búsqueda de verdad. Mi marca personal radica en atreverme a conocerme, en vivir con amor, entregar  aunque requiera renunciar, porque amar es vivir y un propósito para dejar un sentido antes de morir.

"Hijos míos, haced todo con amor." Este consejo encierra una verdad profunda sobre la vida. Al actuar desde el amor, cada tarea, por pequeña que sea, se transforma en un acto significativo. Ya sea en el trabajo, en la escuela o en nuestras relaciones, infundir amor en lo que hacemos ilumina no solo nuestras vidas, sino también las de quienes nos rodean.

El amor es esencial en nuestras interacciones. Ser amables y compasivos fortalece los lazos que formamos, creando un ambiente de confianza y apoyo. También es vital recordar que debemos dirigir amor hacia nosotros mismos. La autoaceptación es fundamental para nuestro bienestar y crecimiento personal.

En un mundo que a menudo parece caótico, el amor se convierte en un faro de esperanza. Al elegir actuar con amor, podemos inspirar a otros y crear un efecto positivo en nuestro entorno. Así que, hijos míos, llevad este mantra en vuestros corazones: haced todo con amor. No solo porque es lo correcto, sino porque es lo que da verdadero sentido a nuestras vidas.

El amor es la esencia de nuestra humanidad. Compartidlo, y el mundo os lo agradecerá... o quizás no. Pero al final, eso no importa. Lo verdaderamente importante es que lo hagáis por vosotros mismos. 


"(…) cuando mi corazón, que hacía tiempo no sentía nada ya, se hizo de pausa en pausa más pequeño, más firme, más duro, una piedra dolorosa que no podía exprimir ya; entonces estuvo listo mi propósito, fundido, templado, golpeado y forjado, como una lanza. Seguiré siendo testigo aun cuando no haya un solo ser humano que me pida mi testimonio." (C. Wolf- Casandra- pág. 26).  - ᚢ ᛏ ᛟ Δ -LA